Si hay un momento donde practicar mindfulness es en la ducha. En otras circunstancias parece que nos vemos limitados a actuar con conciencia plena porque estamos rodeados de gente, pero esta actividad generalmente se hace a solas y además, nos permitirá practicar mindfulness todos los días.
Muchas personas se duchan por la noche, pero después de dormir donde se ha podido pasar calor, es mejor asearse antes de salir de casa.
Puede que solo tengas cinco minutos, pero se pueden dedicar para pasarlos poniendo toda la atención en lo que estás haciendo.
Habría que estar pendiente:
- Del contacto con el agua, si está caliente o fría.
- Del tacto de la esponja y las sensaciones que produce.
- Del aroma del jabón y de la espuma que va haciendo.
Hay que ser consciente de las partes del cuerpo que enjabonas y aclaras. Hay que centrar la atención en esta actividad sin que ningún pensamiento pueda hacer que pierdas la concentración. Si llegan, se dejan pasar, no se les presta atención y se deja que se vayan.
Cuando salgas de la ducha, también tienes que seguir con toda la atención puesta en lo que estás haciendo. Debes secar las partes del cuerpo pensando en ello y nuevamente sin permitir que acabes yéndote a otras cosas. Si eso ocurre, no hay que ser excesivamente crític@s por lo mal que lo estás haciendo. Simplemente vuelve a tu actividad y los pensamientos se irán.
Para terminar échate colonia y disfruta del olor que deja y de la sensación de bienestar que tienes ahora tras la ducha.
Para que tu mañana sea completa, deberías haberte despertado en modo mindfulness y después de la ducha hacer un desayuno con atención plena.
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