El ambiente en el que nos desarrollamos está formado por muchos estímulos. Gracias a la atención, conseguimos seleccionar los que son más relevantes y centrarnos en lo que realmente importa, previo cribado de nuestro cerebro. Él decide lo que es más importante y le da prioridad y lo que no y le quita el foco de atención.
En función de eso, nuestra atención puede ser:
Focalizada, cuando encendemos ese foco y lo ponemos solo en el pequeño círculo que alumbra. Es decir, que ponemos toda la atención en algo que estamos haciendo o en algo que está pasando y en ningún sitio más. Hay personas que son capaces de abstraerse tanto que las llamas y no te oyen. No es que nos estén ignorando, de verdad que no te oyen porque su atención está centrada en una sola cosa. Este tipo de atención sería ideal cuando se está estudiando.
Sostenida, cuando somos capaces de poner el foco en una cosa durante un largo periodo de tiempo. Se pone en marcha durante una mañana de clases en la universidad o cuando conducimos durante dos horas (solo dos que hay que parar a descansar).
Dividida, cuando se atiende a más de un estímulo a la vez. Eso se debe a que la demanda del ambiente es tal, que tenemos que hacer caso a varias cosas que tenemos fuera que no exigen atención. Generalmente no podemos atender a varias cosas a la vez si no que vamos oscilando nuestra atención, como cuando vemos la televisión y estamos cortando verduras para un pastel salado (lo he hecho esta tarde) por ejemplo. Tenemos que mirar lo que cortamos y levantar la vista a la televisión de vez en cuando. Porque estamos oyendo, pero no vemos lo que pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario