miércoles, 22 de septiembre de 2021

La desatención

A continuación tienes varios ejemplos de desatención que se pueden dar en nuestros quehaceres diarios:

Pones unos huevos a cocer, sales de la cocina al servicio y ves que tienes un pelo en la ceja, buscas las pinzas, te quitas ese, revisas el resto y quitas los que vas viendo, piensas en que hace mucho que no te habías ocupado de tus cejas y mientras estás en el baño se empieza escuchar al vecino intentando tocar la guitarra, está aprendiendo y piensas en lo mal que se le da todavía, así que, decides poner música para no escucharle y se te han olvidado los huevos, el agua se evapora...

Sales de casa porque te han llamado para que bajes al portal y te dejas la vela encendida, acompañas a esa persona al banco para que no saque dinero sola y aprovechas para ir a la farmacia que te pilla de paso, y hasta que no estás en la cola de la farmacia esperando tu turno, no te percatas que dejaste la vela encendida...

Estabas escribiendo un e-mail importante por una reclamación de una factura excesiva que te han cobrado, llama una amiga por teléfono, te lías y al final quedáis. Apagas corriendo el ordenador para salir a su encuentro sin recordar que tu correo está a medio redactar...

Coges el móvil para buscar dónde está el restaurante en el que tienes una reserva y al abrir el navegador te salen las últimas noticias, te interesa una, clicas en el enlace y la lees por encima, al final del artículo hay otro enlace que despierta tu curiosidad y clicas también ahí y lees el otro artículo y así vas saltando de uno a otro sin acordarte de que habías desbloqueado el móvil para buscar la dirección...

Desatención


Exactamente esto no te ha pasado pero son claros ejemplos de desatención en la vida diaria en los que puedes verte reflejado. 

Generalmente nuestra vida consiste en no poner nada de atención a lo que nos acontece a diario. 

Vamos saltando de una cosa a otra, olvidándonos de lo anterior y solo cuando tenemos un momento de calma, somos capaces de recordar lo que hemos dejado de hacer. 

Nos dispersamos muy fácilmente, nuestra atención se va y esto ocurre porque vamos muy flojitos de concentración. Nos cuesta mucho meternos plenamente en lo que estamos haciendo y nos distraemos con una mosca. 

No nos marcamos un férreo propósito de hacer algo con atención plena o de atender a algo con toda nuestra atención. Saltamos de objeto de atención sin proponernos que solo hay que hacer caso a uno y llevarlo hasta el final.

Nuestro cerebro no requiere que le pongas atención a algunas de las tareas más mecánicas y eso puede ser una de las claves que explicarían lo que hacemos. Muchas veces no recordamos lo que hemos comido, si hemos cerrado la puerta o la llave del gas. No se guardan registros porque no hace falta, se hizo de una manera automática.

La atención consciente nos permite entrenar a nuestro cerebro para que no sea tan despistado, no se distraiga con tanta facilidad, se concentre mejor o vaya más sobrado de  memoria. En definitiva, para que seamos personas que están presentes en lo que hacen.



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