Siempre estamos muy centrados en nuestra cabeza y muy poco en el cuerpo. A menudo ignoramos sus peticiones y le forzamos a hacer lo que nosotros queremos. Lo dejamos de lado, lo maltratamos, le exigimos... vamos a poner la atención un poquito solo en nuestro cuerpo para así, aprender a reconocer sus sensaciones, que son las tuyas.
Para llegar a tener esa conciencia, hay que "disociarse" y mantener, una parte de la mente en la emoción y la otra, como si fuese un espectador que está viendo la película y etiquetando las emociones que ve.
La tarea de espectador la hará la zona de nuestro cerebro situada en el neocórtex, ya que no se deja atrapar por los sentimientos y es capaz de observarlos objetivamente.
Pero ojo, nos observamos sin juzgar, que es una de las premisas para la práctica del mindfulness. No vale que el espectador, se convierta en un juez, que nos diga si hacemos las cosas bien o rematadamente mal. Solo tiene que ejercer el papel de observar, reconocer y etiquetar la emoción. Solo nos ayudará a ser conscientes de la emoción que estamos viviendo, nada más.
¿Y eso de disociarse que dices, cuesta? Pues sí, es una tarea laboriosa.
Y antes de seguir me gustaría advertir que usé disociarse porque me recuerda un poco a este término psicológico, ya dije que iba a meter alguna cosilla de cosecha propia, que mis años de carrera me han costado, pero en realidad este proceso, no se llama así.
Algo que nos hará esta tarea más sencilla es imaginarnos nuestra como un escenario.
La zona esa que está iluminada sería la conciencia y comparada con todo el teatro, es una zona pequeña. El resto que permanece en penumbra, es el inconsciente. En él habitan un montón de emociones de las que no echamos cuenta, y que influyen en cómo nos relacionamos con el mundo porque puede hacer que nos comportemos de manera irritada, ansiosa, enfadada o triste y en el fondo, no sepamos por qué.
Vamos a ir entrenando esto de reconocer las emociones propias que se encuentran en la parte inconsciente para disfrutar de ellas, si son buenas o echarlas lo más rápido posible, si no lo son:
- Cuando te acuestes haz un repaso de lo que te ha ocurrido ese día.
- Con cada hecho, debes identificar: qué emoción surgió y cómo se manifestó en tu cuerpo.
- Cuando acabe la semana, analiza qué emoción es la que más está presente en ti.
Cuanto más sepas de tu enemigo, mejor. Eso te ayudará a controlarlo.
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