Es la primera comida del día, así que vamos a comenzarlo bien con un desayuno consciente.
Si eres de l@s que no desayunan tienes que empezar a cambiar eso, ya que no desayunar produce:
- Que el sistema inmunitario se debilite.
- Irritabilidad y ansiedad.
- Puede derivar en problemas con la insulina.
- Llegas a la comida con más hambre y comes en exceso.
- Puedes desarrollar problemas digestivos.
- Las consecuencias a largo plazo son el mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
¿Te estoy convenciendo para que tomes algo? Pues con algo no basta, hay que comer unas cuantas cosas porque los niveles de glucosa están muy bajos, llevas muchas horas sin comer nada. Así que tu desayuno debe contener:
- Pan, galletas o cereales.
- Leche, queso o un yogur.
- Huevo, jamón o pavo.
- Alguna fruta o zumo natural.
Puede que te parezca mucho pero el desayuno debe contener el 25% de las calorías diarias que necesitas y que te tiene que dar energía para llegar hasta la hora de la comida o hasta media mañana donde podrás comer una fruta, frutos secos, un yogur o algo de ese estilo.
Dijimos que mindfulness no es una dieta pero unas recomendaciones nutricionales no vienen mal. Ya tienes tu desayuno listo porque has decidido empezar a pensar en ti y en mejorar tu bienestar. Ahora, ¿qué es lo que tienes que hacer?:
¡Siéntate y disfruta!
Siente como se llena tu cuerpo de energía porque entran minerales, vitaminas, azúcar y los demás nutrientes. Y mientras estás comiendo pon atención a lo que haces. Dedícate este tiempo.
No pienses en las cosas que tienes que hacer o en los lugares a los que tienes que ir hoy o en las pocas ganas que tienes de hacer las cosas que te tocan. Solo piensa en la comida y disfruta del acto de comer.
Quizá pienses que esto te va a llevar mucho tiempo o estás acostumbrad@ a desayunar fuera. Pues te propongo que pruebes a poner el despertador un poco antes y te concedas unos minutos desayunando de manera consciente.
Hazlo como hemos comentado en entradas anteriores. Con calma. Siente el tazón de leche o la taza de café o té en las manos, el trozo de pan con tomate o mermelada, la fruta... Percibe todas las sensaciones que van llegando de frío, calor, salado o dulce. Saborea cada alimento y míralo antes de meterlo en la boca y come despacio. Recuerda que hay que masticar diez veces mínimo cada bocado y piensa que te estás alimentando y eso es muy importante. Debes darle el espacio que se merece a esta actividad, como al resto.
Solo chequea tu estado, pregúntate qué tal has dormido y si necesitas algo para dormir mejor y procura no darle vueltas a nada más y sigue disfrutando de la comida.
Termina tu desayuno y ya puedes afrontar el día con el combustible que le has metido a tu cuerpo y la atención que has dedicado a ello.