La atención es la que nos permite que no nos inundemos de todos los estímulos externos, es fundamental para poder procesar lo que nos interesa y descartar lo que no.
Tiene las siguientes peculiaridades:
Amplitud: es la cantidad de información a la que podemos atender a la vez y el número de tareas que podemos realizar al mismo tiempo que obviamente no es infinito. Así que es limitada.
Control: es la capacidad que va a permitir orientar la atención hacia donde sea necesario y para ello, es preciso cierto esfuerzo.
Este control se ve dificultado por la ansiedad o el estrés porque no somos capaces de dirigirla donde queremos, ya que se nos ha quedado enfocada en el estímulo que genera esos estados, privándonos de poner la atención en cosas que también son importantes.
- Existen algunas tareas que las hacemos de manera automática debido a las veces que las hemos repetido, por eso, luego no recordamos si hemos cerrado la puerta o apagado el gas. A pesar de ello, todo lo que hacemos requiere atención, aunque en este caso, sea poca.
- En el lado opuesto están las tareas que requieren concentración porque hay que atender a ellas de manera voluntaria.
- De esto se deriva la atención voluntaria, que es la que se pone de manera deliberada en un sitio y porque se quiere, y la involuntaria derivada de la percepción.
Oscilamiento: es la capacidad de atender a una cosa o a otra y de cambiar el foco de atención de una tarea a otra. A veces podemos hacer dos tareas a la vez, tres, difícil, pero en muchas ocasiones, aunque lo parezca, lo que realmente ocurre es que se pasa de una a otra rápidamente. Esta velocidad depende de cada persona y se ve influenciada por muchos factores. ¿Has probado a intentar atender a dos personas mayores que quieren contarte su vida y te hablan a la vez? Eso no sale bien ni con el oscilamento a máxima velocidad.