martes, 25 de mayo de 2021
miércoles, 19 de mayo de 2021
Estímulo - Respuesta
Al más puro estilo conductual, cuando hay un estímulo se produce una respuesta, como los perros que salivan cuando suena una campanita porque después va seguida de comida. La de veces que nos comportamos como ese perro de Pávlov o como el resto del reino animal y reaccionamos, sin darnos cuenta en todo ese espacio que hay entre el estímulo y nuestra respuesta.
Eres el presidente o la presidenta de tu comunidad, suena el timbre varias veces seguidas y tú te vas a cabrear pensando que se avecina un marrón: algo se ha roto, tengo que llamar a la administración, con algo están descontentos, una gotera, las bajadas se han atascado...
Si vamos con el piloto automático, nada más sonar el timbre, nos iremos ofuscando camino a la puerta, sin pensar en las consecuencias que cada cabreo tiene en tu organismo. Tampoco nos daremos cuenta de cómo ha ido cambiando nuestro cuerpo y de estar bien, feliz o normal, una serie de reacciones, lo han llevado al malestar, sin saber si quiera, lo que hay detrás de la puerta.
El problema es que esa alteración de nuestro estado de ánimo, se queda con nosotros un tiempo después y peor aún, cada vez que alguien llama a la puerta dos veces seguidas, repetimos la misma reacción con el mismo enfado.
Para aprovechar ese espacio que media entre uno y otro, es necesario desarrollar la autoconciencia y ser conscientes de lo que ocurre en el momento que ocurre.
martes, 11 de mayo de 2021
Pensamientos negativos e irracionales
Los pensamientos negativos e irracionales son dañinos e ilógicos porque no siguen un criterio de realidad y desencadenan emociones y sensaciones negativas.
Tu cuerpo va a reaccionar a un pensamiento, como lo hace a algo real que está sucediendo en este momento y en este lugar. Por eso son tan peligrosos. De hecho, más del 90% de las reacciones que se desencadenan en el cuerpo, son producto de nuestra mente, por tanto no son reales. Y nos encontramos respondiendo a cosas que no están, bueno, que solo están dentro de nuestra cabeza.
Los pensamientos irracionales más habituales son:
- Adivinar el futuro
- Exagera o dramatizar
- Minimizar lo positivo
- Poner las expectativas muy altas
lunes, 3 de mayo de 2021
Costumbres de nuestra mente
No hay nada como saber lo que tiene tu mente por costumbre pensar como para poder empezar a ponerle remedio. Quizá llevas tiempo pensando en que solo te vienen a la cabeza pensamientos de un tipo o de otro, pues si te haces consciente de ellos, ya sabes que hay que controlarlos.
Siempre nos preocupamos por lo mismo, siempre pensamos en un mismo sentido, siempre interpretamos del mismo modo las cosas. Somos muy predecibles porque seguimos haciendo las cosas igual.
A tu mente vendrán principalmente dos cosas de las que nos ocupamos en otras entradas:
- Tus propias críticas, fruto de que eres tu peor enemigo y cada vez que haces algo te crucificas poniéndote en lo peor.
- Pensamientos negativos e irracionales que tu cerebro piensa que son peligros de los que te tiene que advertir.
- El catastrofismo: es una pauta de pensamiento sesgada donde se cierne sobre nosotros cualquier cosa aciaga, calamitosa y desgraciada. Pase lo que pase, nos ponemos en lo peor. El más mínimo contratiempo, un retraso en una llamada, un mensaje que se contesta tarde y ya vemos a las personas muertas, en el hospital, en un accidente o en lo más terrible que nos podamos imaginar.
- La culpabilización: tenemos la culpa de todo, de todos los males que nos rodean y de todo lo malo que ocurre, pero por el contrario, no somos culpables de lo que nos pasa a nosotros porque de lo que me ocurre a mí, los culpables son los otros. Si creo siempre eso, poco puedo hacer para cambiar las cosas. Porque no tengo el poder para cambiar lo que me ocurre a mí, lo tendrán los demás. Estoy en una total indefensión.
- Los deberías: rigidez ante lo que ocurre en la vida. Si pasa esto, debería hacer esto. Si pienso esto debería hacer esto otro... multitud de reglas que dirigen la vida quitándole la necesaria flexibilidad para afrontar determinados giros inesperados.
- Leer la mente: sabemos exactamente lo que piensan los demás de todo y además, de mí. Sé lo que piensa cada persona de mí. Creemos que les conocemos y sabemos las razones por las que están preocupados o alegres, como si los hubiéramos parido.
- El perfeccionismo: tenemos un ideal de perfeccionismo y si algo no es perfecto, ya no nos sirve. Cuesta llegar a esa perfección absoluta, por eso, casi nada lo es, pero tiene que serlo o no lo querré. Ese perfeccionismo también nos engulle a nosotros mismos creándonos una autoexigencia donde nunca llegamos. Siempre corriendo detrás de la idea de perfección y donde no le llegamos ni a la suela de los zapatos. Es una buena fuente de estrés.
Y al final lo que conseguimos es ver las cosas de manera desenfocada, no como realmente son porque a todo le ponemos un poquito de nuestra cosecha: un debería, una culpa o unas gotas de perfeccionismo.
Estos patrones o sesgos de pensamiento harán que afloren sentimientos muy poco deseados que alterarán tu estado de ánimo. Y al llevar tanto tiempo arraigados en tu mente, se convierten en auténticos círculos viciosos de los que es difícil escapar.
Además, solo hay que entender que un pensamiento, como una emoción, no eres tú, es tuyo, pero no te define, no te representa, es algo pasajero y es tan solo una interpretación que haces de la realidad.
Mindfulness nos ayuda en esta tarea de romper el círculo vicioso porque permite que todo lo que llegue a la mente esté ahí siguiendo estas pautas:
- No me lo creo.
- No me identifico.
- No juzgo.
- No lucho.
- No me enfrento.
- Solo observo.
- Me hago consciente de su aparición.
- Veo cómo viene y se va.
Un ejercicio que te ayudará con esto es tumbarte a ver las nubes. Ellas aparecen, permanecen un tiempo en tu campo de visión, pero se van, simplemente pasan. Pues igual con tus pensamientos.
Ellos pasarán, algunos merecerá la pena que actúes, pero la mayoría no. La idea es llegar a dominar nuestra mente y no al contrario. No dejarnos dominar ni arrastrar por los pensamientos, si no tener la capacidad de poner decidir, por cuál nos podemos mover o preocupar y por cuál no.