Comenzamos como siempre, poniendo la atención en la respiración, así que, respira profundamente, cierra los ojos y céntrate en la respiración. Puedes hacerlo de pie o sentad@, solo tienes que llegar hasta donde puedas en la postura más cómoda para ti.
Inhala y cuando exhales, baja la cabeza muy despacio, como si bajaras notando las vértebras de una en una. Haz varias respiraciones cuando ya no puedas bajar más la cabeza. No fuerces la barbilla.
Después inclínate hacia delante poco a poco, dóblate lentamente y deja los brazos colgando.
Solo céntrate en la respiración, no hay nada más y en la sensación que te produce este estiramiento.
Continúa un poco en esa posición descargando toda la espalda y dejando que el dolor del estiramiento vaya pasando y vuelve a la posición inicial más lentamente de lo que has bajado hasta alcanzar la postura de la que partiste.
Si estás muchas horas en la posición de sentado, este ejercicio es ideal para dos cosas:
- Desconectar de lo que estabas haciendo y centrarte en la respiración, en tu cuerpo y en el presente.
Hazlo siempre que lo necesites para que tu espalda no se atrofie o duela menos y esto te dará un respiro para olvidarte por un momento de las tareas que tienes que hacer y a la vez para coger fuerzas cuando tengas que volver a ellas.