Nos pasamos el día haciendo cosas y corriendo para llegar a hacer más cosas. Intentamos abarcar una lista enorme que tenemos y nunca acabamos, al final, con lo único que acabamos es con estrés por no haber terminado todo. Y en el caso de terminar, nos buscamos nuevas cosas que hacer. Así que, es hora de parar.
Tener un momento de meditación nos sirve para bajarnos del mundo y para dejar de hacer y pasar a ser.
Para e intenta conectar con tu mundo interior. Para y dedícate unos minutos a cultivarte como persona, a crecer. Para y observa lo que ocurre, sin buscar nada, sin desear nada, sin huir, solo observa lo que pasa en este momento.
Imagina que es como sumergirte en varios metros en el agua, en tu interior, y desde ahí miras la superficie donde no paran de pasar las olas, hay sol y luego se hace la noche, pasa un barco, pasan peces, las gaviotas intentan comerse algún pez...
Tú lo ves todo desde abajo, desde la profundidad del océano donde estás en calma y ves como todo cambia sobre ti, pero no reaccionas, tú estás en paz.
Repasamos la postura para meditar, pero lo primero es encontrar un lugar tranquilo para que no te molesten:
- Pies apoyados en el suelo en paralelo y separados a la anchura de las caderas. No hay que cruzar las piernas o los pies.
- Rodillas formando un ángulo de 90 grados.
- Espalda recta, separada del respaldo.
- Brazos sobre las piernas y hombros relajados.
- Cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, como si un hilo tirara de la coronilla.
Si no te sientas en una silla:
- Si lo haces en el suelo, hazlo sobre una superficie blanda pero firme.
- Puede ser en un banco de meditación donde las rodillas queden por debajo de las caderas.
Tienes que sentirte cómodo para estar un buen rato sin moverte y estar conectado con los pies en la tierra y con la cabeza al cielo.
Y ahora, cierra los ojos si eso te ayuda a concentrarte (los puedes dejar entreabiertos o desenfocados) y
- Lleva la atención a tu respiración.
- Elige un punto donde quieras ponerla: nariz, pecho, abdomen, ombligo...
- Y dependiendo del punto elegido, ve observando las sensaciones.
Recuerda que no quieres controla nada, no quieres cambiar nada, no quieres forzar nada, solo observas la sensación que produce la respiración y todo lo que ocurre cuando se produce.
Tu mente se va a ir con cada pensamiento, pero solo tienes que volver a la respiración.
La meditación estará muy bien hecha si te das cuenta de que estás pensando en algo y vuelves a la respiración. Y eso te puede ocurrir un montón de veces. Mientras que si solo piensas en una cosa pero te enredas en ella y no vuelves, no habrás conseguido tu objetivo de meditar.
Así que, si te das cuenta que estás pensando, no te juzgues, no te culpes, no reacciones antes eso, quítale importancia, déjalo pasar y vuelve a la respiración.
Si estás incómodo y tu cuerpo se quiere mover, tampoco debes reaccionar a eso. Procura no moverte. Observas eso que te perturba y lo dejas ir. Si finalmente no puedes más y te tienes que mover, hazlo despacio y de manera consciente.
No pienses que todo esto es algo malo porque ello solo corrobora que estás en el presente.
Con la meditación se consigue, entre otras cosas:
- Aprender a no reaccionar lo que pasa.
- Entrenar la focalización de la atención y la concentración.
- Relajarse, ser más estable y tener calma.
- Identificarse cada vez menos con los pensamientos que tenemos.